Estas lesiones suelen producirse generalmente por una torsión brusca (de tobillo, rodilla, muñeca…), provocando un sobre-estiramiento o rotura de alguna parte o del total del ligamento.
Aunque los más frecuentes son los esguinces de tobillo o rodilla, lo que aquí hablaremos puede aplicarse perfectamente a cualquier tipo de esguince: pie, muñeca, dedos, codo, hombro…
Los esguinces se suelen clasificar en tres grados:
Esguinces de Grado I: son los más leves. Implican un sobreestiramiento del ligamento pero sin rotura o, si la hay, es microscópica.
Suelen provocar una ligera inflamación, pero sin derrame y no suelen limitar las actividades de la vida cotidiana, aunque sí provocan dolor.
Esguinces de Grado II: este caso implica una rotura parcial del ligamento, con un sangrado que generalmente es visible en forma de hematoma, especialmente en el caso del tobillo.
Dentro de las los esguince de GII, hablamos de GII leve, si afecta a menos del 50% de las fibras, o GII grave si afectan a más del 50% de las fibras.
Una buena anamnesis (preguntas que hacemos al paciente) y exploración nos determinará la gravedad de la lesión: cantidad de derrame e inflamación, la impotencia funcional (limitación para realizar el movimiento) justo tras la torsión, evolución de los síntomas y otros aspectos que valoramos en nuestra primera consulta.
En estos casos sí se suele provocar una limitación en las actividades cotidianas (caminar en el caso de rodilla o tobillo, o utilizar las manos en el caso de mueca, codo, dedos…)
Esguince de GIII: en estos casos se trata de una rotura completa del ligamento en los que generalmente suele ser necesario el tratamiento quirúrgico, ya que genera una inestabilidad articular importante que requiere la sutura del ligamento.
En los dos primeros casos, Esguinces de Grado I y II, es muy recomendable la Fisioterapia ya que:
Acortamos los tiempos de recuperación.
Evitamos la aparición otras lesiones o sobrecargas provocadas por compensaciones o malos hábitos en el día adía.
Favorecemos la correcta cicatrización de la lesión para evitar secuelas.
En la Clínica de Fisioterapia Samuel Anciano estudiamos cómo y de qué manera aparecieron los síntomas y, junto con la exploración continua desde la primera sesión, determinamos el alcance de la lesión para aplicar el tratamiento más adecuado:
- Pautamos el reposo necesario (relativo o absoluto) en función de la gravedad del esguince.
- Protegemos el ligamento dañado con los vendajes adecuados para que la cicatriz no sufra durante el periodo de consolidación y no se “vuelvan a romper” las uniones que se van formando en el ligamento durante su curación.
- Mediante nuestros tratamientos con técnicas de Terapia Manual (masaje, movilizaciones, estiramientos, ejercicios propioceptivos…) y Electroterapia (Magnetoterapia, Onda Corta, Ultrasonidos…) favorecemos la velocidad de cicatrización, calmamos el dolor si lo vemos conveniente, y evitamos la aparición de contracturas, edemas, rigideces o de cicatrices de mala calidad.
- Pautamos los ejercicios necesarios para reforzar las zonas donde la articulación afectada se queda más debilitada y así proteger el ligamento dañado.
- Supervisamos la reincorporación a la vida cotidiana y deportiva en los tiempos adecuados según la sintomatología vaya mejorando.
En resumen, es muy importante determinar la gravedad del esguince, aplicar el tratamiento adecuado lo antes posible y controlar el retorno a la vida cotidiana del paciente para permitir que el ligamento cicatrice correctamente, acortar los tiempos de recuperación y evitar las secuelas.
En la Clínica de Fisioterapia Samuel Anciano insistimos mucho a nuestros pacientes en que esta actuación precoz es muy importante hacerla desde el primer momento, incluso recién sufrido el esguince, ya que nos permitirá dar las recomendaciones adecuadas desde la fase aguda (Hielo, Compresión y elevación) y realizar el tratamiento y seguimiento adecuados desde un principio para LA MEJOR Y MÁS PRONTA RECUPERACIÓN